jueves, 27 de diciembre de 2012

De la antigüedad al medioevo Siglo V al VIII

Autor: Salrach
Del estado Romano a los reinos germánicos.En torno a las bases materiales del poder del estado en la antigüedad tardía y la alta edad media.
   Existe la presunción (basada en una lectura personal y ciertamente parcial de las fuentes) de que elementos sustantivos, estructurales,al sistema social vigente a fines del primer milenio, hundían sus raíces en estratos de época baja imperial.Por elementos sustantivos entendemos algunos relativos a la organización,mantenimiento y reproducción del poder, en particular la fiscalidad (ingresos del estado,gasto publico, gestión de las finanzas publicas),pero también del ejercito, la administración de justicia e incluso el lugar de la iglesia - institución en el sistema; y de relativos a la esfera de producción (propiedad de los medios de producción,forma de sustracción,relaciones de producción).
   Propongo pues,no ceder a la tentación de considerar el siglo v como el siglo de la gran ruptura (social y política), proporcionada por la instalación de los germanos en occidente y por la división de la Pars Occidentalis en reinos. Mas bien sugiero considerar el periodo comprendido entre el siglo iii y el siglo ix en termino de evolución lenta.
   Actualmente hay escuelas que siguen pensando  la historia de la Alta Edad Media en términos de continuidad o al menos de lenta evolución. Pierre Bonnassie ha investigado sobre el estatuto de los servi y los castigos corporales que se le infrigian durante la epoca germánica para concluir que en occidente se propuso una larga supervivencia y una tardia extinción del régimen esclavista.

La tesis fiscalista
  Partidarios de la tesis fiscalista según los cuales el sistema de finanzas publicas (Impuestos, gastos y métodos de gestión)creado por los romanos se mantuvo intacto durante el periodo germánico, hasta la época Carolingia, entre otras razones porque los reyes germánicos eran demasiado débiles para crear un nuevo sistema fiscal pero supuesta mente fuertes como para preservar y hacer funcionar, con ayuda de agentes públicos y possessores romano, al que encontraron sobre el terreno.
   Los historiadores fiscalistas entran en contacto y dialogo critico con los "Dogmanialistas". G.Humbert, el primer y único autor de un gran trabajo de conjunto sobre las finanzas publicas del imperio romano, este autor investigo sobre las rentas e impuestos personales, territoriales y comerciales de la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media.
   I.Finley,para quien en el sistema o sociedad antigua el estado era una instancia politica hipertrofiada, que intervenía y encorsetaba la vida social y económica, las investigaciones de los fiscalistas-algunos ideologicamente muy distantes de Finley-tienden a destacar la presencia generalizada de canales fiscales en la geografía y el tejido social de occidente,la realidad viva y no necesariamente asfixiante del impuesto y la implicación de toda la clase dirigente en la gestión de las finanzas publicas durante los siglos III-IX.
   Las investigaciones eruditas, precisas, léxico gráficas y cuantitativas de los historiadores de la escuela fiscalista conducen a pensar que quizás las sociedades europeas de Occidente, hasta el umbral del año 1000,estuvieron estructuradas de acuerdo con lo que podríamos denominar un sistema social antiguo en el que la modalidad dominante de producción o explotación del trabajo seria la tributaria.
   Los fiscalistas rompen con la tradición académica de las edades y se sitúan al caballo del mundo antiguo y del medieval. Sacan así provecho de la historia de la larga duración y de la historia comparada. Observan como cada periodo tiene su propias fuentes: Código legislativo,en el bajo imperio;documentos de la practica cotidiana, crónicas, hagiografia y leyes nacionales,en épocas germánicas, y polipticos y cartularios, en el tiempo del imperio Carolingio. Según los fiscalistas la diversidad de fuentes tiene la inmensa ventaja de ofrecer visiones diferentes y complementarias de una misma realidad. El código teodeciano, informa sobre el engranaje y las normas del funcionamiento del sistema fiscal: La historia Francorum de Gregorio de Turs,se extiende sobre problemas prácticos a quien se enfrentaban autoridades y contribuyentes al torno al impuesto y los polipticos Carolingios-registro fiscales o catrasto esencialmente igual a los libri descriptionum que desde el bajo imperio poseían la administración central,las administraciones locales y los recaudadores para conocer la capacidad contributiva o el montante del impuesto de cada contribuyente. La tesis fiscalista ha de tener sus oponentes. Por un lado se opone a los que considera que el mundo fue feudal desde las invaciones germánicas o desde antes. Aquí las diferencias esenciales giran en torno al colonato que los fiscalistas no consideran una forma de dependencia privada entre potentes y campesinos,generadora de rentas que pueden calificarse de proto feudales,sino simplemente una forma de dependencia fiscal entre personas libres,en el marco de una estructura estatal que desde muy antiguo funcionaba sobre la base de la delegación de autoridades publicas en mano privada. Por otro lado, los fiscalistas entran en contradicción con los partidarios de la supervivencia del esclavismo. De acuerdo con Domenico Vera y muchos otros creen que en una esclavitud domestica pero no rural o masiva ya desde el bajo imperio, y asimilan los servi a una categoría de Coloni , fundamentalmente sometidos a tributacion publica.Por ultimo, discrepan de los domanialistas en el hecho fundamental de que no consideran las villae como grandes dominios, propiedad de un dominios que percibe rentas y servicios de los tenientes de los mansi, sino asentamientos o demarcaciones fiscales donde los contribuyentes jurídicamente libres pero económicamente dependientes están abscriptos, en el sentido de registrados, en unidades fiscales llamadas mansi,bajo la responsabilidad de un Dominus, que es un señor privado a quien el estado ha delegado competencia en materia de recaudación y gestión de fondos públicos.

El bajo Imperio
   Las cuestiones fundamentales que los historiadores se plantean hacen referencia a la presión fiscal. Como es bien sabido Salviano presenta un panorama critico,nadie duda de la corte imperial,las nuevas capitales y el ejercito pero la historiografia actual encuentran testimonios de prosperidad lo cual parece indicar que la presión fiscal no tuvo consecuencias tan dramáticas.Es posible , piensan algunos , que mas que un incremento de la tasa de sustracción se diera un mayor control sobre los contribuyentes y una gestión mas racional de los recursos.

Los ingresos públicos
   Durante el Alto Imperio,todas las tierras pagaban el tributum soli y todos los hombres,menos los ciudadanos romanos el tributum capitis, y parece que esta dualidad impositiva se mantuvo en el bajo imperio a pesar de los adictos y constituciones que extendían la ciudadanía romana a todos los hombres libres del imperio.La reforma de Roclesiano (297), tal como narra con precisión y dramatismo un texto posterior de lactancio, habría consistido esencialmente en una revisión y actualización y general y exhaustiva del catástrofe. El objetivo final era la estimación del valor del capital inmueble o materia imponible de cada contribuyente,en fin de que el estado,pudiera repartir de modo equitativo el precio de sus necesidades presupuestarias,necesidades, por otra parte cambiantes dentro de unos limites. Un jugum era probablemente el equivalente fiscal de una explotación campesina media con un par de bueyes, y en La Galia , unas diez Ha de tierras de labor. En este sentido,el numero de jugas de cada contribuyente (calculado mediante las operaciones de cuentas y de reducción denominadas jugatio)es un indice de su capacidad contributiva.
  
 Lactancio decía los hombres tenían que pagar por su vida. Nos referimos al impuesto personal que grababa la totalidad de la publicación adulta.Los jóvenes pagaban a partir de una determinada edad, quizás doce años y los viejos dejaban de hacerlo a su tiempo, quizás 55 años,pero los hombres tarifaban el doble que las mujeres.
   Un hombre valía o pagaba por un caput y una mujer por medio caput.
   A pesar de la protestas que la percepción de este impuesto suscitaba parece que su montante era débil, equivalente como promedio máximo a una veintena aparte (5%)del montante global del impuesto de cada familia campesina.
   Juga y Capitan eran pues unidades fiscales en base a las cuales se calculaba cada año el montante del impuesto territorial y personal debido por cada contribuyente.
   Los agentes fiscales acabaran simplificando los cálculos y reduciendo a una sola unidad de cuentas,(capitas o jugas)el valor contributivo total de una familia,una demarcación fiscal o una ciudad.
   Puesto que el 80% de una riqueza nacional debía proceder de la tierra , dice Durliat, asi también los recursos públicos. Pero las ciudades,donde debían vivir entre el 10 y 20% de la población total eran grabadas,sus habitantes eran censados y sometidos a capitacion.Los senadores habían de prestar declaración sobre sus personas y bienes en la oficina del conde de liberalidades y satisfacer un impuesto anual denominado Collatio Glebalis,cuyo montaje dependió de la fortuna de cada cual. También,presionados por el prefecto del pretorio,los senadores votaban en obsequio,de hecho un subsidio extraordinario,en favor del emperador con motivo de su llegada al trono o por las quinquennalias.

En todo el imperio se percibían impuestos sobre el tráfico de personas y de bienes. El estado poseía también tierras y otros bienes públicos, que proporcionaban ingresos diversos, o bien porque eran explotados directamente o bien porque eran cedidos en arrendamiento. También todos los bienes de las ciudades podían ser confiscados por el poder central en función de sus necesidades.

El gasto público

El gasto público del bajo imperio puede agruparse en tres capítulos:  el coste de las administraciones municipales, la administración central (gastos civiles y militares) y el culto.
Los gastos municipales eran enormes y de muy distinta naturaleza...Las distribuciones gratuitas de alimento, la venta de trigo a precio público o rebajado en periodos de carestía, los servicios municipales de educación, etc. Para cubrir todos estos gastos y pagar a los funcionarios o trabajadores municipales correspondientes eran necesario grandes ingresos.
La partida de ingresos más importantes procedía del Estado, que asignaba un tercio de sus recursos a las ciudades.

Según diversos estudios, otro tercio de los ingresos del Estado aproximadamente debía asignar el mantenimiento del Estado. En función de las necesidades militares cada provincia se creaban circunscripciones, llamada capitula, para el reclutamiento de las tropas y para desviar una parte del impuesto general (el aurum tironicum) hacia el financiamiento del ejercito.

En cuanto a los gastos civiles de la administración central, Durliat distingue fundamentalmente cuatro partidas: el mantenimiento de las grandes capitales del imperio (Roma, Constantinopla, Milán, Ravena), que en gran parte vivían de la munificencia imperial; la ayuda de muchas otras ciudades, sobre todo cuando atravesaban dificultades; el pago de los salarios de los grandes funcionarios, y el financiamiento de diversos servicios públicos. De todas estas partidas la que más llama la atención es la de los salarios de los grandes funcionarios que probablemente habían de pagar con su dinero a su propio colaboradores.

La tesis de Durliat es que las iglesias y el Estado son realidades  moderadamente autónomas pero no separables. En la medida en que el cristianismo sustituyó al paganismo religión del Estado, como marco ideológico global heredó sus funciones ideológicas e institucionales, y obtuvo, en contrapartida, las asignaciones presupuestarias o dotaciones (tierras o impuestos sobre tierras) correspondientes al al mantenimiento del culto. Los bienes de la Iglesia, aunque gestionados autónomamente, no son separables o distintos de los bienes del Estado.

El emperador cristiano, que consideraba la iglesia como un servicio público y las iglesias como edificios públicos, se sabia con derecho a llevar la dirección administrativa de la institución, a pilotar la nave cristiana y a imponerse como árbitro en las querellas conciliares. La inserción del cristianismo, como religión oficial, en la máquina general de la administración imperial, tenía sus ventajas. 

Los recursos de la iglesia del Bajo Imperio eran de origen diverso, pero, según Duliart, en contra del parecer de Gaudamet, los procedentes de la caridad privada apenas cuentan al lado de los bienes y rentas del Estado asignados al culto por el emperador y sus colaboradores.

     
          
 




martes, 8 de mayo de 2012

La "Larga Edad Media" reflexiones problemática



La Nueva Historia, hija de una reflexión antropológica de la historia, permitió que los historiadores pensaran más en términos estructurales.
Para el periodo Medieval, larga duración se hace presente por medio de dos conceptos, "Antigüedad Tardía" y "Larga Edad Media", a Peter Brown y a Henri- Ireneé Marrou, cuyas obras inspiran una serie de estudios históricos que se preocupan por explicar el mundo romano a partir del siglo III.

1. La "Larga Edad Media" de Jacques Le Goff

La "Larga Edad Media" tiene una historia. En 1990, Jacques Le Goff, en una entrevista a la revista francesa L ´Histoire, anunció que la Edad Media llegaba hasta el 1800 - La Edad Media entre los años 476 (caída del imperio romano de occidente) y 1453 (caída del imperio romano de Oriente).

La propuesta de Le Goff. El empuja las fronteras de la Edad Media hasta el umbral del siglo XIX, pasando por encima una larga tradición historiografica que interpreta la Edad Moderna como un periodo de constantes revoluciones y crisis. 

Jacques Le Goff nunca se preocupó en desarrollar esta teoría. En la referida entrevista, él apenas esclarece los ejes fundamentales que sustentan su idea. Al analizar el periodo  de la Revolución Francesa, es perceptible la fuerza paradigmatica que el regimen feudal y la iglesia secular ejercen sobre los revolucionarios.

Otro punto importante destacado por Le Goff se refiero al problema de la ruptura. Normalmente se entiende el renacimiento como la ruptura de la Edad Moderna con relación al periodo anterior. Pero la propia idea de renacimiento es profundamente medieval, construía uno de los pilares de esta cultura, pues se creía que para innovar era preciso retroceder en el tiempo. 
Retornar a Roma y a Grecia no fue un movimiento típico exclusivo de los siglos XV/XVI, mucho antes Carlomagno, entre los siglos VIIIy IX, lideró un movimiento de carácter humanista-cristiano que se apoyaba en la renovación de la cultura antigua y posteriormente, en el siglo XII, la escuela de Chartes profundiza esa tendencia con un nuevo renacimiento. Los cambios aparecen igualmente en el campo político, con la construcción del "Estado" cristiano en Francia, en Inglaterra y en el Imperio Hohenstaufen.

Jacques Le Goff reafirmaba de nuevo su convicción de que la delimitación que el siglo XIX, había creado para la Edad Media, desde la caída del Imperio Romano y del mundo antiguo, en el siglo V, hasta el triunfo del humanismo, al final del siglo XV, era un monstruo cronológico.      
"Hay una larga Edad Media" que se extiende hasta el final del siglo XVIII. "Se puede decir que Edad Media solo termina con la Revolución Francesa y la revolución industrial" . Le Goff insiste igualmente sobre la necesidad que se entienden las estructuras y los contenidos que formaban el pensamiento de los hombres y mujeres del pasado, y la importancia que en ese sentido adquiere la historia de los valores.

Las dos únicas ocasiones, en las cuales Jacques Le Goff habló expresamente sobre la "Larga Edad Media". Analizando el conjunto de la obra de Le Goff, principalmente sus artículos relativos a los problemáticas de la historia, a principios de la década del 1980, se comprende que el dialogo entre temporalidades largas y cortas es una constante. Hijo de los Annales, las estructuras forman parte de su manera de entender la historia, sin perder de vista la coyuntura, los contextos y las especificidades históricas. Para él, la historia "puede y debe ser la ciencia tanto de aquello que permanece como de aquellos cambia, tanto de las estructuras como de los acontecimientos". Y posteriormente da una pista que en la década de 1990 ayudaría a configurar los valores de la "Larga Edad Media" al interpretar la sociedad campesina medieval no como inmóvil pero sí como conservadora, una cultura que aunque rechace las rupturas de la historia, se sitúa en la historia.

La técnica cambia lentamente, así como las mentalidades. Los cambios requieren experimentación y autoridades que lo apliquen y, sobre todo, que les den una base.
Le Goff recuerda los artificios que la Escolática creó para legitimar las novedades que su pensamiento introducía en el siglo XII, como los magistri, rápidamente transformados en autoridades intelectuales. El historiador se encuentra con diferentes ritmos históricos, ritmos de cambio. No existe, para Le Goff, incompatibilidad entre historia/cambio y antropología/permanencia. A partir de 1960 algunos antropólogos, contaminando por la historia, observaron estructuras de desequilibrio y conflicto en las sociedades que se decían sin "historia". 
La nueva historia política es también, deudora de la sociología, que le proporcionó la llave para traducir política por poder, una historia de poder. En esta historia las estructuras tienen una dinámica que son reveladas por los episodios, por la crisis y por los personajes.

Jacques Le Goff volvió al problema de la periodización y aclaró que prima la idea de continuidad. / "tournant" sobre la noción de ruptura.  Él habló de nuevo de una larga Edad Media que, en algunos aspectos de nuestra vida, perdura y sobre pasa las fechas oficiales. Desde el punto de vista de la economía, no se puede hablar de mercado antes del final del siglo XVIII, así como el vocabulario político y económico solo cambia definitivamente con la Revolución Francesa y con la Revolución Industrial. Del mismo modo, en ese momento la ciencia deja de ser realmente medieval. Las reformas y renacimientos de la Edad Moderna son movimientos típicamente medievales.

Se trata de una civilización, que armoniza diferentes tipo de vida: nobles, campesinos, rurales, ciudadanos. La creación divina es el punto de partida que une la concepción de Dios, de la naturaleza y del hombre, cuya coherencia es mantenida, pensada, ordenada y re ordenada por un organismo también coherente, la iglesia. A esa realidad corresponde una sociedad jerarquizada, que se centra en el dominiun, o sea, en la dominación, en el señorío. "El dominiun inserta - encarna - la función divina en la sociedad humana". De cualquier forma, es una jerarquía que debe al mismo tiempo promover el descenso del cielo a la tierra, bien como la divinización del hombre. En términos políticos, significa que la autoridad (el monarca o señor) están al alcance del vasallo que se le dirige directamente. Por tanto, es diferente de la concepción jerárquica absolutista, mucho más rígida. Con relación al tiempo, la resurrección de Cristo pone al alcance del hombre la recuperación del paraíso al final de los tiempos. (El cristiano camina hacia al juicio final)  
A pesar de que Jacques Le Goff nunca haya desarrollado el concepto de larga Edad Media – su preocupación es dejar claro que la historia solo se comprende en larga duración. La Larga duración no es una larga continuidad sino, al contrario, un juego complejo entre continuidad y ruptura.
La Edad Media se multiplica, según Le Goff, en una infinidad de herencias.  Las reflexiones de Le Goff sean pertinentes e incitadoras, el hecho es que dejan muchas dudas desde el punto de vista conceptual.
La división de la Edad Media tiene por objetivo destacar una transformación que ocurrió hasta hacia el siglo XI y que, a los ojos de los historiadores, es un límite: la feudalización de la sociedad Cristiana Occidental.

2. Los seguidores de la "Larga Edad Media"

Jérome Baschet es probablemente el historiador que de forma más amplia adoptó el concepto de "Larga Edad Media". Baschet retoma las reflexiones de Jacques Le Goff para reafirmar la necesidad de romper con las "ilusiones del renacimiento y de los tiempos modernos". Y, como Le Goff, subraya la necesidad de que en esa larga duración se entiendan   las transformaciones. 
Baschet = es el feudalismo el que se extiende en el tiempo y no la Edad Media. Las estructuras fundamentales persisten entre los siglos IV y XIX.
El concepto de feudalismo, el autor sigue la historiografia más reciente, destacando como características principales del dominiun, que vincula a los hombres de la tierra, y la iglesia que, con su creciente auctorias y potestas, comanda la territorialización y transforma las leyes del parentesco. 

El dominio que los señores detentan sobre ese espacio territorial o el vínculo que somete a los dependientes a esa misma tierra, se convierte cada vez más en un signo de identidad, de pertenencia. La iglesia tuvo un papel protagonista en esta transformación.

Delante de un feudalismo clerical, o de un feudo-clericalismo. Es decir el feudalismo que no puede ser comprendido separadamente del modelo político que la ecclesía desarrollo desde el siglo XI en adelante.

La propuesta de entender del feudalismo desde el punto de vista clerical es diferente. En este caso, es la iglesia quien asume el protagonismo como agente social de un modelo político que ella misma engendró y que se convierte en una realidad institucional a partir del final del siglo XI, con la reforma papal.
El modelo político feudo-clerical, se basa en el estrecho vinculo entre servicio y beneficio (feudo) que desde la Alta Edad Media da sentido a las relaciones sociales, pero la innovación está en la progresiva intromisión de la Iglesia en la redefinición del vinculo. Servicio y beneficio -

La centralidad de la iglesia es, para Baschet, lo que le permite entender "La Larga Edad Media", cosa que además también entendieron Voltaire y Rousseau: La iglesia era  la responsable del oscurantismo medieval y la que impedía la modernidad. 

Le Goff pensó en una larga Edad Media en tierras europeas, Baschet extiende la periodización hasta América. 

En América los conquistadores no descubren lo nuevo; se esfuerzan en confirmar "Lo que ya sabían", se dedicaban a traducir lo que se les presenta ante los ojos a la luz de las antiguas teorías. Conseguir riqueza para difundir y consolidar la verdadera fe.

3. El recorrido historiografico del feudalismo en América y el problema de la "herencia" Medieval.

Esa estrategia explicativa impide que se extiende la manera compleja como se desarrolla la convivencia entre tradición y modernidad y, sobre todo, crea la falsa impresión de que la sociedad se componía de dos grupos con mentalidades diferentes, en los que los individuos actuaban y pensaban de forma puramente capitalista / moderna o feudal / tradicional.
Dichas estructuras no inmovilizan a la sociedad sino que le proporcionan un referente aparentemente inmutable, aunque permiten interminables apropiaciones y lecturas. Solo así se explica la larga duración.

4. Por una historia de Valores

Un hilo conductor que nos transporte de forma segura por la larga duración de la Edad Media.  Lo medieval, como sugerimos anteriormente, es demasiado vago y difícilmente conseguiremos borrar un sentido cronológico, por lo que tal vez sea mejor utilizar el adjetivo feudal. Entendemos por feudal una cierta manera de organización de la vida humana, que tiene en el cristianismo su pilar fundamental. A partir de la certeza de que Cristo nació, murió y resucitó, la existencia humana es condicionada por la inexorabilidad del Juicio Final, que permitirá finalmente alcanzar la felicidad suprema: la entrada en el Paraíso y la reunión definitiva con Dios.
Aunque el feudalismo haya sido para algunos únicamente la expresión política e institucional de ese método.
Teniendo como objetivo el bien de la República Cristiana, se regula la vida en todos los aspectos (sociales, económicos y políticos), configurando una compleja cultura cristiana. De esta forma, dentro de la cultura cristiana-feudal, la sociedad se jerarquiza.

La guerra y las alianzas matrimoniales son motores importantes que sobrepasan todos los aspectos de la vida, y por tanto, dentro de la lógica jerarquización, se transforma también en factores de distinción social. En lo que respecta a la economía , tanto la riqueza y las transacciones comerciales como la remuneración del trabajo serán reguladas por el bien común, o sea por la lógica cristiana-feudal.

El concepto feudal encierra un valor cristiano, dominado por el discurso de la Iglesia, sobre todo a partir del siglo XI, que se fundamenta en la economía moral de servicio y de beneficio, y que ata a los hombres entre sí por medio de lazos de dependencia. Recibir un feudo significa recibir un beneficio por el cual se presta un servicio.  Sino de creación de lazos duraderos entre hombres, pues la idea de servicio cristiano se explica menos por lo que ya se prestó y más por la disponibilidad del vasallo le corresponde la justicia del señor. Este es un valor que podemos encontrar en la larga duración  y que se extiende hasta el final del antiguo régimen. 
Otro valor feudal de larga duración es la honra de las clases superiores. Ala nobleza le corresponden los privilegios.
Hay autores que incluso llegan a entender que el feudalismo típico no conlleva la existencia de la autoridad pública . La patrimonialización es un valor feudal y de larga duración.

En cuanto a los valores creemos, junto con Le Goff, que fidelidad, jerarquía y honra pueden ser un buen inicio de reflexión sobre la Larga Edad Media.

Esa experiencia de análisis propuesta por la micro-historia, osea la de priorizar la formulación de una pregunta general que surge de una situación local, socialmente específica, permite descubrir los valores preponderantes que sustentan la pertinencia de la pregunta hasta llegar a respuestas que evidentemente variaran de acuerdo con el contexto; así , el modelo católico proporciona valores de larga duración que, sin embargo, tienen historicidad.

                                                      

    

          

viernes, 4 de mayo de 2012

La Edad Media: periodizaciones y valoraciones posibles


La taxonomía subdivide la historia en una periodización, en clave de lectura que pone de relieve los presupuestos implícitos del historiador o de su época.
Estos períodos nacen progresivamente: así la Edad Media afirma su autonomía histórica superando un origen que remite al prejuicio y la desvalorización. La periodización tripartita se impone, hasta que en el siglo XIX, se establece la división cuatripartita. 

Valoración Positiva: le dieron los hombres "medievales" a su propio tiempo, fue consecuencia de la concepción temporal cristiana. "Antiguo", eran los momentos previos a la venida de Cristo; un periodo "medio"...el Juicio Final daba paso a la última etapa, identificada con el fin de los tiempos. 
Por su parte, en el siglo XIX, filósofos, historiadores y hombres de las artes y las letras idealizaron la Edad Media. Eran los tiempos del romanticismo, tiempos en que se dejaron de lado las concepciones propias de la ilustración y se encontraron en lo medieval elementos positivos.

Las historias nacionales buscaron en la Edad Media sus raíces. Uno de los ejemplos más acabados de está identificación entre la "Nación" y los tiempos medievales lo constituye el mito francés de Juana de Arco... 

Estos avances, sumados a los cuestionamientos que ha recibido la periodización tradicional, han permitido a los historiadores de hoy considerar la Edad Media como un fantasma vivo, una fabricación, una construcción, una invención, un mito; un ensamble de representaciones y de imágenes superpuestas y difusas. Se impone un diálogo crítico entre los avances de la ciencia histórica y el concepto de Edad Media. En cuanto a contenido se refiere, es necesario desmitificarla.

La revisión de la periodización: La Edad Media no existe. Este período de mil años, que se extiende de la conquista de la Galia por Clodoveo al fin de la Guerra de los Cien Años, es una fabricación, una construcción, un mito, se podría decir, un ensamble de representaciones y de imágenes en perpetuo movimiento, largamente difundidas en la sociedad, de generación en generación.

El abordaje de la Edad Media es arduo y difícil, por razones de índole conceptual, dado que con la denominación "Edad Media" hacemos referencia a tres aspectos diferentes - aunque relacionados entre sí -, a saber. un período cronológico; un proceso histórico universal, de larga duración; y un tipo de sociedad determinada.

Como periodo cronológico, la Edad Media resulta tan arbitraria como todos los demás, dado que toda periodización histórica es el resultado de una conversión. Los tiempos medievales abarcan aproximadamente mil años, que se extienden desde la crisis del Imperio Romano hasta los cambios generados por el Humanismo y el Renacimiento.

Jacques Le Goff, quien evoca una "larga Edad Media" que concluye en el siglo XVIII, con los primeros albores de la revolución Industrial; Guy Bois, quien prolonga hasta el siglo X en una Antigüedad definida por el modo de producción esclavista; o bien Henri Marrou y Peter Brown, quienes defienden la entidad de un nuevo periodo denominado Antigüedad tardía.

La aparición del concepto de la "Edad Media", considerado literalmente como "época intermedia", es la consecuencia de un doble fenómeno, cultura y religioso, identificado con los humanistas italianos del siglo XIV. (Flavio Biondo - una época de profunda transformaciones culturales-)

"Tiempos Nuevos", que permitían recuperar unos "tiempos antiguos" idealizados. 
Hacia 1639 la denominación de Edad Media fue utilizada por primera vez con sentido histórico por el liejense Rausin, en su obra Leodium.

En ellas expuso los fundamentos de una división tripartita de la historia y, a la vez, una caracterización negativa de los tiempos medievales.
En el siglo XVIII, Voltaire tomó esta división tripartida de la evolución de la lengua latina y la aplicó a la historia, en su conocido ensayo de las costumbres. La Edad Media ofrecía héroes míticos y hazañas valerosas. 
En el siglo XX las imágenes, interpretaciones y usos de la Edad Media se multiplicaron, generando discrepancias y largos debates historiográficos. El primero en plantear un cambio radical en la periodización inicial del mundo medieval fue Henri Pirenne, quién publicó en - en 1922 en la Revue Belge de Philologie et d´Histoire - el avance de su innovadora tesis, que se difundirá póstumamente , con la edición en 1937 de su libro Mahoma y Carlomagno. En ellas sostuvo que los comienzos debían fijarse en el siglo VIII, con las transformaciones operadas en el Mediterráneo tras la dominación de los musulmanes.
En conclusión, la historiografía actual se muestra fragmentadas en sus visiones referidas a los inicios de los tiempos medievales. 

Algo similar ocurre con el fin de la Edad Media y los inicios de la Modernidad. La historiografia tradicional fijó el final del periodo en 1453, año de la caída de Constantinopla.

C. Keller, tiene la particularidad de ser significativo para tres grandes núcleos geohistóricos: el Occidente cristiano, el Imperio Bizantino y el Islam. Menor fortuna recibieron otras fechas seleccionadas, tales como 1492 - descubrimiento de América - o 1517 - inicios del movimiento luterano.


  • XIV y XVI. Siglos denominados "bifrontes" por Esteban Sarasa Sánchez, que permiten el surgimiento de los rasgos y elementos escenciales de la modernidad.
  • En lo referido a la periodización interna nos encontramos con varias posibilidades, estrechamente relacionadas con vertientes historiograficas nacionales. Así, una primera división bipartita de la Edad Media en Alta (entre el 400 y el 1200) y baja (entre el 1200 y el 1450), el siglo XX vio como los historiadores anglosajones reconocieron una etapa de cenit entre ambas, a la que denominaron Plena Edad Media (entre el 1000 y el 1300). Se considera operativa la periodización propuesta y desarrollada por Nilda Gugliemi, quien habla de "los tiempos de cambio (siglo V al X)", "los tiempos de renovación (siglos XI-XIII)" y "los tiempos difíciles (siglos XIV-XV).                               

lunes, 12 de marzo de 2012

Idea de la Historia

R. G. Collingwood


Introducción

La filosofía de la historia. Fue acuñada en el siglo XVIII por Voltaire, quién solo quiso significar con ella la historia crítica o científica. Hegel del siglo XVIII, para referirse pura y simplemente a la historia universal o mundial. Un tercer sentido de la designación se encuentra en varios positivistas del siglo XIX, para quienes la filosofía de la historia consistía en el descubrimiento de las leyes generales que gobiernan el curso de aquellos acontecimientos cuyo relato corresponden a la historia. La tarea postulada por la “filosofía” de la historia, según la entendían 

Voltaire y Hegel, solamente podía cumplirse por la historia misma, mientras que para los positivistas se trataba del intento de convertir la historia, no en una filosofía, sino en una ciencia empírica, como la meteorología.

Voltaire, filosofía significaba pensar como independencia y críticamente para Hegel, significaba pensar acerca del mundo en su totalidad, para el positivista del siglo XIX, significaba el descubrimiento de leyes uniformes.

Collingwood: “La filosofía es reflexiva”.

A la filosofía puede llamársele pensamiento en segundo grado, pensamiento acerca del pensamiento (No quiere decir que la filosofía sea la ciencia de la mente).

Pero la filosofía jamás se ocupa del pensamiento por si solo; siempre se ocupa de su relación con su objeto, y por lo tanto se ocupa  del objeto en la misma medida en que se ocupa del pensamiento.

Para el filósofo, el hecho que reclama su atención no es el pasado por sí solo, como acontece para el historiador, ni tampoco es el pensar del historiador acerca del pasado por sí solo, como acontece para el psicólogo. Para el filósofo el hecho es ambas cosas en su mutua relación. El pensamiento en su relación con su objeto no es puramente pensamiento sino que es conocimiento.

El psicólogo se pregunta cómo piensan los historiadores, el filósofo se pregunta cómo conocen los historiadores.

El filósofo, le compete, pues, preguntar, no qué clase de sucesos fueron y cuándo y dónde acontecieron, sino cuál es su condición que hace posible que el historiador pueda conocerlos.

El filósofo debe pensar acerca de la mente  del historiador, para el pensamiento del historiador, un sistema de conocimiento. También debe el filosofó pensar acerca del pasado, para él, el pasado no es una serie de sucesos, sino un sistema de cosas conocidas.

Desde entonces, hasta hace un siglo, ha habido dos grandes épocas constructivas de la historia europea. En la Edad Media los problemas centrales del pensamiento se referían a la teología y, por consiguiente, los problemas filosóficos surgieron de la reflexión sobre la teología y se ocupaban  de las relaciones entre Dios y el Hombre. A partir del siglo XVI, hasta el siglo XIX inclusive, el esfuerzo principal del pensamiento tuvo por meta la fundamentación de las ciencias naturales, de donde resultó que la filosofía erigió en tema capital el estudio de la relación entre la mente humana, en cuanto sujeto, y el mundo natural de las cosas situadas espacialmente en torno a ella, en cuanto objeto.

En el siglo XVIII, sin embargo, la gente empezó a pensar críticamente acerca de la historia.

El pensamiento histórico postuló un objeto dotado de peculiaridades propias. El pasado, en efecto constituido por acontecimientos particulares situados en el tiempo y el espacio.
Tampoco puede aprehenderse el pasado por vía del pensamiento teológico porque el objeto peculiar de ese tipo de pensamiento es un objeto singular e infinito, en tanto que los sucesos históricos son finitos y plurales. Lo mismo debe decirse  del pensamiento científico, porque las verdades que descubre la ciencia se conocen como verdad al ser encontradas por la vía de la observación y del experimento ejemplificado en aquello que en realidad percibimos; pero en el caso de la historia el pasado ha desaparecido y las ideas que nos formamos, acerca de él no pueden ser verificadas de la manera que verificamos nuestras hipótesis científicas.

Los problemas filosóficos creados por la existencia de la actividad de la investigación histórica organizada y de filosofía de la historia, y a semejante inquisición aspira a contribuir este libro.
Dos etapas se presentarán a medida que progrese el estudio. Primero se tendrá que elaborar la filosofía de la historia. Se la considere como un estudio especial de un problema especial. El problema, en efecto, pide tratamiento especial.

La segunda etapa consistirá en establecer las relaciones entre esta nueva rama de la filosofía y las viejas doctrinas  tradicionales.

Se producirá una nueva filosofía que será una filosofía de la historia en sentido lato, es decir, una filosofía completa concebida desde el punto de vista histórico.
Lo que aquí intento, en efecto, es una investigación filosófica acerca de la naturaleza de la historia considerada como un tipo o forma especial del conocimiento que tiene un tipo especial de objeto.

2. La Naturaleza, el objeto, el método y el valor de la historia.

La historia, como la teología o las ciencias naturales, es una forma especial del pensamiento. 

Si eso es así, las cuestiones acerca de la naturaleza, el objeto, el método y el valor de esa forma del pensamiento tienen que ser contestadas por personas que reúnen las condiciones.
La primera condición que tengan experiencia de esa forma de pensamiento. Tienen que ser historiadores.

La experiencia del pensar histórico adquirida por esas vías se modela sobre lo que dicen los libros de texto, y los auténticos historiadores al día de algún momento en el pasado cuando se estaban creando el material en bruto del cual se compaginó el libro de texto. Y no son tan sólo los resultados del pensamiento histórico lo que está atrasado para la fecha en que incorporados al libro de texto, sino también los principios que rigen el pensamiento histórico, es decir, las ideas acerca de la naturaleza, el objeto, el método y el valor de ese tipo de pensamiento. En tercer lugar, la ilusión de lo definitivo.  Respecto a cualquier materia, tiene que creer que las cosas están bien establecidas, puesto que su libro de texto y sus maestros así lo consideran. Aunque en realidad nada está finalmente establecido.

A los llamados hechos bajo una nueva luz y se pregunta si aquello que su libro de texto y su maestro le enseñaron como cierto, realmente lo es. Sí el estudiante sale del estado pupilar y no prosigue sus estudios, jamás logra desechar la actitud dogmática.

La segunda condición que debe reunir una persona para contestar esas preguntas consiste en que no sólo tenga experiencia del pensar histórico, sino que también haya reflexionado sobre tal experiencia. Tiene que ser no sólo un historiador, sino un filosofó, y en particular que su preocupación filosófica haya concedido especial atención a los problemas del pensar histórico.

Aun el historiador menos reflexivo reúne la primera condición: posee la experiencia sobre la cual  ha de reflexionarse, y cuando se le incita a reflexionar sobre ella, es casi seguro que sus reflexiones sean pertinentes.
a)   
   La definición de la historia. La historia es un tipo de investigación o inquisición. Genéricamente pertenece que llamamos las ciencias, es decir, a la forma del pensamiento que consiste plantear preguntas que intentamos contestar. Esa es la razón de que toda la ciencia empieza con el conocimiento de nuestra propia ignorancia; no de nuestra ignorancia acerca de todo, sino acerca de alguna cosa que precisa. La ciencia averigua cosas, y en este sentido la historia es una ciencia.

b)      El objeto de la historia. Respondo que averigua  res Gaete, actos de seres humanos que han sido realizados en el pasado. La historia es la ciencia del res Gaete, o sea el intento de contestar cuestiones acerca de las acciones humanas realizadas en el pasado.
c)       ¿Cómo procede la historia? La historia procede interpretando testimonios. Entiéndase por testimonio la manera de designar colectivamente aquellas cosas que singularmente se llaman documentos, en cuanto un documento es algo que existe ahora y aquí, y de tal índole que, al pensar el historiador acerca de él, pueda obtener respuestas a las cuestiones que pregunta acerca de los sucesos pasados. Los historiadores concederán que el proceder en historia, o sea su método, consiste esencialmente en la interpretación de testimonios.
d)      Por último, ¿Para qué sirve la historia? Mi contestación es que la historia sirve para el autoconocimiento humano.

Sino conocimiento de su naturaleza en cuanto a hombre. Conocerse a sí mismo significa conocer, primero, qué es ser hombre; segundo, qué es ser el tipo de hombre que es, y tercero, qué es ser el hombre que uno es y no otro. La única pista para saber lo que el hombre puede hacer es averiguar lo que ha hecho.  El valor de la historia por consiguiente, consiste en que nos enseña  lo que el hombre ha hecho y en ese sentido lo que es el hombre.

3. Los problemas de las partes I-IV

La idea de la historia que acabo de resumir brevemente es una idea moderna. Los historiadores de nuestros días piensan que la historia debe ser a)una ciencia, o sea un contestar cuestiones b) pero una ciencia que se ocupe de las acciones de los hombres en el pasado c)investigadas por medio de la interpretación de los testimonios, y d) cuyo fin es el auto-conocimiento humano. Más no es ésta la manera en que siempre ha sido entendida la historia.

Los sumerios que dentro de la literatura de ese pueblo la historiografía  está representada por ese tipo de cosas.

Una inscripción como la que hemos citado expresa una manera de pensar en ningún historiador moderno calificará de historia.

Pero en segundo lugar, el hecho relatado no es de actos humanos, sino de actos divinos.

El conocimiento alcanzado en un relato de esa índole no es, por lo menos no lo es primariamente, un conocer humano acerca del hombre, sino un conocer humano acerca de los dioses.

Su carácter de testimonio histórico, solo se adquiere, en virtud de nuestra actitud histórica respecto a ella, a la manera en que los pedernales prehistóricos o la cerámica romana adquieren el carácter póstumo de testimonios históricos, no porque quienes fabricaban esos pedernales y cerámica pensaron que eran testimonios históricos, sino porque nosotros los tomamos como tales.

Los antiguos sumerios no dejaron tras de ellos nada que podamos calificar de historia. Podremos afirmar que necesariamente la tuvieron, porque para nosotros, la conciencia histórica es un rasgo tan verdadero y tan general de la vida que comprendemos cómo puede faltarle a nadie;

Hace cuatro mil años nuestros percusores en la civilización no poseían lo que nosotros llamamos la idea de la historia. La historia no existía. La historia como existe hoy día, pues, ha surgido en los últimos cuatro mil años en las regiones del Asia occidental y en Europa. 

Fuente: R. G. Collingwood

La Historia: Conceptos y Escrituras




Introducción

Geschichte e Historie en alemán, history y story en inglés e incluso historia y storia en italiano, donde un término se refiere a la trama de los acontecimientos y el otro lado alude al relato complejo que la cuenta. La interpretación de estos dos niveles en la lengua francesa traduce, empero, una realidad que nos sitúa desde el comienzo en lo que singulariza la disciplina histórica como conocimiento indirecto, saber únicamente llegado hasta nosotros a través de huellas que se esfuerzan por colmar una ausencia.

Lucien Febvre, el “filosofar” constituye un “crimen capital”.

El objetivo de esta obra no consiste de ningún modo en proporcionar un sistema de la historia y no tiene pretensión alguna de exhaustividad. Más modestamente, quiere ser una invitación a la lectura de los historiadores por los filósofos y de la filosofía de la historia por los historiadores.
Luego de valorizar los fenómenos de larga duración con Fernand Barudel, sobre todo con su tesis defendida en la pos guerra sobre el Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, los historiadores aprecian la magnitud de una conmoción que afecta una gran parte de las ciencias humanas embarcadas en un proceso de humanización. El “viraje crítico” de los Annales a fines de la década de 1980 atestigua esta amplia “conversión pragmática” mediante la cual el historiador toma por fin en serio los actores luego de un eclipse demasiado prolongado.

Una reconfiguración del tiempo y una revalorización de la corta duración, la acción situada, el conocimiento. “El viareja historiográfico” actual, como lo califica el historiador Pierre Nora, invita a la comunidad de historiadores a acudir una vez más a las mismas fuentes históricas a partir de las huellas dejadas en la memoria colectiva por los hechos, los hombres, los símbolos, los emblemas del pasado. En consecuencia, también el estudio de la memoria invita a tomar en serio a los actores del pasado.

Capítulo 1

El historiador: Un maestro de verdad
1.       Herodoto: NACIMIENTO DEL HISTOR

La historia, como modo de discurso específico, nació en un lento proceso y a través de cortes sucesivos con el género literario, en torno a la búsqueda de la verdad. Herodoto, encarna con claridad la tensión de una escritura ampliamente marcada por su lugar de origen, la Grecia del siglo V a.C.

Herodoto sustituye el reino del aedo, el poeta narrador de leyendas y dispensador del kleos (la gloria inmortal para los héroes), por el trabajo de la indagación (historie) llevada a cabo por un personaje hasta entonces desconocidos, el histor, que se asigna la tarea de demorar la desaparición de las huellas de la actividad de los hombres.

El hombre presentado por Cicerón como “el padre de la historia” es un griego originario de Halicarnaso en Jonia, que vivió entre dos grandes conflictos: el de las guerras médicas y el de la guerra del Peloponeso, entre 484 y 420 a.C.
Con Herodoto nace sin dudas el historiador.
1.
1. La polis

El gran vuelco que preside el nacimiento de la historia consiste en la afirmación  de la comunidad ciudadana, la polis. Esencia épica del discurso de la existencia política. El tránsito de Homero a Herodoto es también la manifestación de un inicio de secularización posibilitada por el lugar ocupado por el histor. El maestro de verdad ya no es el actor y se convierte, en cambio, en el ausente de la historia: esa es la posición asumida por el historiador, cuyo discurso es la marca misma de la diferencia, de la distancia atestiguada por el uso de la tercera persona que le permite desplegar su relato.

Las historias de Herodoto llegaron a ser el espejo en el cual el historiador no ha dejado de interrogarse sobre su identidad.
Herodoto consigna las causas profundas del drama que atraviesa su país durante las invasiones bárbaras a partir del caso concreto de las guerras médicas. “Preferimos la vista a todo el resto. La causa radica en que la vista es, entre todos los sentidos, el que nos permite adquirir más conocimientos y nos descubre más diferencias”.

1.2 Primacía del ojo sobre el escrito

El escrito es por entonces el patrimonio del imperio egipcio, donde los escribas cumplen el papel de custodios de las prerrogativas de un soberano autócrata. Las necesidades de su indagación llevaron a Herodoto a multiplicar los viajes a tal extremo que algunos, como jacoby en su tesis de 1913, consideraron que fue un geógrafo y un etnógrafo antes de llegar a ser un verdadero historiador. Desde ese mismo punto de vista, el geógrafo Yves Lacoste emprendió en 1976 un vasto trabajo de investigación en el ámbito de la geopolítica, para el cual uso como emblema el nombre de aquel considera el padre de esta disciplina, en una revista cuyo nombre es, justamente Herodoto.

Las descripciones minuciosas de los escitas dentro de una problemática consistente en hablar de las costumbres de ese pueblo en nombre de un referente que es, de hecho, el de los ciudadanos griegos, sea el de las guerras médicas o el de la estrategia de Pericles.
La respuesta, para Herodoto, consistía en convertirse en nómade e insular frente a la fuerza bruta y masiva, como lo mostró Pascal Payen. La conquista abisma la cronología narrativa tanto con respecto a una temporalidad por dominar como al espacio del cual es preciso enseñorearse.

Herodoto fue presentado como un mentiroso, un simple fabulador. La tradición historiográfica hizo suyo, sobre todo, el violento ataque de Plutarco, lanzado en el siglo I D.c. con Sobre la malevolencia de Herodoto, cuya tesis es que éste no sólo es un mentiroso, sino un mentiroso malévolo.

Habrá que esperar hasta el silgo XVI para que Herodoto salga del purgatorio con la obra de Henri Estienne, que en 1566 le consagra una verdadera apología.
Herodoto padre de la historia y por tanto de la verdad y, al mismo tiempo, padre de las mentiras.

2.       Tucídides o el culto de la verdad
2.1 La desclasificación de la obra de Herodoto

Tucídides cuenta que, de niño, tuvo la oportunidad de escuchar a Herodoto en persona narrar sus historias en Olimpia. Herodoto sufre una descalificación casi inmediata de parte de su discípulo Tucidides, quien le reprocha estar aún demasiado cerca de la leyenda y demasiado lejos de las estrictas reglas de establecimiento de la verdad. Herodoto pasa entonces por un fabulador, demasiado dispuesto a la invención para llenar las lagunas documentales. Padre de la historia, se convierte igualmente en padre de las mentiras.


 Tucidides “Cuyas composiciones aspiran al agrado del oyente más que a la verdad, Herodoto en un mitólogo.”

   La verdad se convierte en la razón de ser del historiador, y Tucidides plantea una serie de reglas constitutivas del método por seguir: Solo hablo como testigo presencial o después de hacer una crítica tan cuidadosa y completa como sea posible de mis informaciones.

   Tucídides reduce la operación historiográfica a una restitución del tiempo presente resultante de una borradura del narrador, que da un paso al costado para dejar hablar con mayor claridad a los hechos.

   En el nacimiento mismo del genero histórico, encontramos entonces la ilusión de una auto borradura del sujeto historiador y de su práctica de escritura, para darle al lector una mejor impresión de que los hechos hablan por sí solo.

   Si bien es exagerado reprochar a Tucídides, como lo hace Loraux, la falta de seguimiento de un protocolo mínimo de investigación, de posible verificación de las fuentes según reglas normativas ulteriores, es pertinente, empero, desenmascara la ilusión del cierre de los expedientes históricos, que será compartida durante mucho tiempo por el medio de los historiadores.

2.2 Las lecciones de la historia.

   Tucídides se erige en historiador para poner orden en el caos de acontecimientos que infligió un revés a su carrera política: Escribe sobre la regla del Peloponeso, Atenas, en cuyo transcurso se enfrentaron a Atenas y Esparta.

   Para Tucidides, como para Herodoto, la historia es asunto de los hombres y, por lo tanto, hunde sus raíces en lo más profundo de la psicología.

   El historiador es entonces un verdadero clínico, y la calidad de su diagnóstico es proporcional a la a proximidad que puede reivindicar con respecto a su objeto de estudio.

  2.3 El saber histórico cabe en el ver.


   Tucídides, como Herodoto, privilegian el ojo y la mirada en cuanto fuentes de verdad pero, a diferencia de su predecesor, desestima toda fuente indirecta, el “Decir lo que se dice”. El saber histórico consiste entonces exclusivamente en el ver, este condena al historiador a limitar a su campo de investigación al periodo que le es contemporáneo al lugar donde se sitúa…” Verdadero operador de una elección consciente para sostener la hipótesis que debe verificarse ante el lector. Asi, la lógica del imperialismo ateniense se convierte en el verdadero principio regulador del discurso del historiador que ilustra al lector sobre las coherencias existentes detrás del caos aparente de los conflictos militares.”


   Tucídides construye lo que llegara a ser el esquema mismo de la escritura historiográfica con su lógica a menudo inexorable de una trilogía articulada alrededor de las causas, los hechos, y las consecuencias.  Tucídides pone en escena el choque de las voluntades y los razonamientos.


   El procedimiento más frecuente utilizado por Tucídides a fin de ser aflorar el encadenamiento psicológico consiste en la alternancia del choque de dos intenciones antagónicas: “La historia de Tucídides es una antilogía en acción”.


   La verdadera puesta consiste, por lo tanto, en adquirir una inteligibilidad de lo real, y el discurso del historiador. Tucídides aspira a ellos en suposición por encima de los conflictos descriptos.


   En esta etapa, el discurso del historiador esta frecuénteme marcado por la importancia de la retórica argumentativa. Tucídides ha hecho suya las enseñanzas de Protágoras, para quien en toda cuestión existe dos argumentos contrarios igualmente convincentes, y de su confrontación nace un movimiento dialectico del pensamiento.


   Platón parte de las conclusiones de Tucidides, esto es, la oposición entre fuerza y justicia.


  3. La erudición


   En los siglos XV y XVI, Renacimiento, reexamina y acentúa el corte originado en la antigüedad entre la historia y la literatura. El proyecto de una historia total y la apertura a nuevas fuentes que ya no son exclusivamente literarias se alimentan de la producción de métodos novedoso que se constituyen como otras tantas ciencias auxiliares dela historia.


   El interés histórico por el periodo antiguo que fascina el espíritu del renacimiento se alimenta de los avances de  la arqueología y la numismática y del nacimiento de una gran corriente reformadora en los medios jurídicos. Esta corriente propicia el retorno al derecho romano, estudiado en relación con la evolución social de la época. Estos hombres de toga, que son los nuevos productores y consumidores de la historia, sientan las bases de un método crítico de las fuentes. Seguido el humanismo invita a un retorno a los clásicos a la afición por lo antiguo y a una mirada deslumbrada ante los escritos de los historiadores griegos y romanos.


3.1 La ruptura efectuada por Lorenzo Valla


  Es posible considerar que el gran acontecimiento, decisivo en el vuelco de la noción de verdad, se produce cuando Lorenzo Valla logra determinar la falsedad de la donación de Constantino.


   La demostración de su falsedad se convierte en la piedra angular del método crítico. Filólogo, Valla dedica sus trabajos al establecimiento de una pragmática historia de la lengua latina (1.44O). La importancia de la ruptura generada por Valla puede comprenderse cuando se sabe que en la Edad Media la verdad se establece en función de la autoridad que la posee (En contra del vaticano, el papa).


   La re acusación de Valla se apoya en una crítica erudita de la fuente histórica. Por otra parte, destaca las contradicciones entre el ejercicio de una autoridad temporal y los principios de los evangelios. (El auge de la erudición).


   Por otra parte, el descubrimiento de Valla permitirá la posible discusión de los textos del derecho canónico e inaugurara las controversias de interpretación de los textos sagrados hasta entonces sustraídos al debate y que en el siglo XVI van a alimentar las divisiones religiosas.


   Los historiadores, cuyo trabajo tiene originalmente una relación con la verdad, deben procurar que sus obras sean aceptadas por los poderes de las cortes y las ciudades.


3.2 Poder/saber
   La relación entre poder y saber es entonces estrechamente circular.


   Los historiadores, pese a esas severas restricciones a las expresiones de la verdad, comienzan empero con el transcurrir de la edad media a distinguir entre las fuentes narrativas y las fuentes diplomáticas. La expresión llega a ser omnipresente en diversas formas.


   Guillermo de Tiro escribe en el siglo XII “Si ocultar la verdad de los hechos ya es lo suficientemente grave para descalificar a un escritor, la falta consistente en mancillar la verdad con la mentira y transmitir a la posterioridad crédula un relato que carece de veracidad es mucho más grave. “Por otra parte, sin embargo, el hecho de decir la verdad expone a lo peor y nadie puede denigrar abiertamente a los connitentes o a las autoridades que deben avalar el discurso del historiador, así Guillermo de Maslebury comprueba que quien se propone escribir la historia de sus reyes se encuentra de inmediato en plena mar.Y bajo la amenaza del naufragio.


    Se aprecia entonces hasta qué punto, al lanzarse contra la autoridad más eminente, el papado, Valla realiza una verdadera revolución historiográfica. Consigue sustituir la autenticidad fundada en la autoridad por la autoridad fundada en lo verificado.


   Los textos son ahora iguales en derecho y por lo tanto todos ellos se someten a la mirada crítica. El efecto de este descubrimiento es considerable en doble plano, jurídico y teológico, pues el cuestionamiento de un texto perteneciente al derecho canónico inaugura la discusión posible de los escritos sagrados, hasta aquí sustraídos al debate y la controversia.


4. Nacimiento de la diplomática.
4.1 El lugar de la innovación: Saint-Maur


   Esa forma de escritura de la historia, que se calificara de historia anticuaria desarrolla y codifica las reglas de la crítica de la fuente en el siglo XVII, el lugar de la innovación se sitúa entonces, sobre todo, dentro de la congregación Benedictina de Saint-Maur. Creada en 1618 durante el reinado de Luis XII, esa congregación atraviesa la sazón una profunda reforma cuyo efecto permite el auge de la investigación histórica gracias a la posibilidad brindada a los mauristas de liberarse de una buena parte de las tareas materiales para consagrase más plenamente en el trabajo intelectual.


   El superior, Jean Gregoire Tarrise, fija el protocolo de investigación: Recuperar las actas, fundaciones y posesiones de los monasterios, ocuparse de los gobiernos, de las abadías y de sus reglamentos y costumbres sobre la base de los documentos originales, para poner de relieve las proezas y las curiosidades naturales, enumerar la lista de santos, reliquias y santuarios, mencionar los castigos prodigios, milagros y hechos edificantes y, por último, vincular todas esas informaciones a la historia de la orden y de la iglesia.


  El programa establecido se subdivide en tres partes: El estudio de las antigüedades clásicas, los estudios de las antigüedades nacionales y, por último, una iniciación al método histórico.


   Del conocimiento técnico y la minucia del trabajo de erudición que resultara de ello, derivará la célebre expresión de trabajo de benedictino.


   A fines del siglo XVII, la congregación de Saint-Maur es un verdadero Estado dentro del Estado, con 179 monasterios y tres mil religiosos. Según Momigliano, el trabajo de esos “anticuarios”, a menudo asimilado a un amutuación del gusto, inaugura sobre todo una revolución del método histórico. Esos especialistas en patología y numismática, esos orientalistas, no se reúnen los martes y los domingos a la mañana en la biblioteca de Saint-Germain inquietos por el detalle, sino con la voluntad de acceder a las antiquitates, con la idea de una civilización vuelta a la vida gracias a la reunión ordenada de todos los vestigios del pasado.


4.2. Mabillon
La primera regla asignada a la historia por Mabillon es la búsqueda de la verdad.


   Con él, la historia objetiva, sus métodos. La deontología de la verdad que anima los progresos de la erudición pasa por el trabajo de la prueba, en el reconocimiento y la reutilización de los documentos originales. En ese marco Mabillon establece la superioridad de la pluridad de testimonios sobre la antigüedad y la altura jerárquica de los testigos. Esto exige del historiador un verdadero pacto de sinceridad en su trabajo.


   El estudio erudito se dedica al documento en su contenido pero también presta atención a los soportes materiales utilizados: El tipo de tintas, las hojas de los pergaminos, la figura de las letras, los sellos, las formulas… por medio de la diplomática, Mabillon escribe la historia en la serie de disciplina de acontecimientos y acentúa, por lo tanto, la distancia con la literatura de la cual procede el género histórico, en nombre de las estrictas reglas de conformidad en el abordaje de la masa de los archivos. Con la diplomática desaparecen las disposiciones de los historiadores medievales que yuxtaponen relatos militares y diplomáticos y relatos de prodigios divinos. Con Mabillon, la historia se funde en documentos verificados y allana el camino de un doble esfuerzo archivístico para extraer de ellos las cartas autentificadas que se convertirán en el bien común de la historiografía erudita”. Como escribe Marc Bloch 1681 fue el año de la fundación definitiva de la crítica de los documentos de archivo.


   El trabajo de erudición emprendido por Mabillon, habrá de preparar la clasificación ulterior de las especies de botánicos y zoólogos como Linneo, Jussieu, Cuvier o Geoffroi Saint-Hilaere. “La gramática de los diplomas anticipo el léxico de las floras y las faunas. Pero los límites del método se leen entre líneas en la invitación a una ascesis que se atiene a un estrechamiento del campo de observación, una depuración radical para que el orden se imponga sobre la historicidad.”


4.3 La derrota de la erudición.
 Sin embargo, esta revolución del siglo XVII carece de secuelas inmediatas. El siglo XVIII fue el siglo de la derrota de la erudición. (La erudición volverá a erguirse en un valor cardinal de la investigación histórica a fines del siglo XIX)


5. El discurso del método.


5.1 La profesionalización de la historia.


  En el siglo XIX, llamado “el siglo de la historia”, el género histórico alcanza una verdadera profesionalización al proveerse de un método con sus reglas, sus ritos y sus modalidades particulares de entronización y reconocimiento. Los historiadores de la escuela que suelen calificarse de metódica pretenden ser científicos de pura cepa y anuncian así una ruptura radical con la literatura. En 1880 se crea una licenciatura en enseñanza de la historia que se desvincula de la licenciatura literaria, indiferencia hasta esa fecha.


   Charles-Víctor Langlois y Charles Seignobos, los dos grandes maestros de la ciencia histórica en la Sorbona, introducción a los estudios históricos (1898, llaman “La retórica y las falsas apariencias” o “Los microbios literarios” que contaminan el discurso histórico erudito.)Se impone un modo de escritura que borra las huellas de la estética literaria en beneficio de una estilística casi anónima de valor pedagógico, punto tal, que ese objeto de las puyas de Charles Péguy, quien estigmatiza “El Langlois tal como se lo habla” y reprocha a la historia su punto de la ciencia y su obsesión por la crítica en desmedro de la calidad estética. Se multiplican las revistas especializadas. En primer lugar, jóvenes cartistas fundan la Revue des questiuns historiques en 1866 con el objetivo de llevar a cabo un gran trabajo de revisión histórica para defender los valores del antiguo régimen y la unión de la monarqui y la iglesia. Muy marcada por su pertenencia al campo de los legitimistas, no por ello esta publicación deja de ser una revista erudita de carácter científico. Esta escuela tuvo el mérito de hacer suya la herencia de la erudición.


   Entre fines del siglo XIX y principios del silgo XX  se asiste a una proliferación de revistas especializadas de historia con la creación en 1899 de la Revue de ´ Historie moderne et contemporanie y luego de la revue du XVI siqle, los anales revolutionnaires.


   La profesionalización va a la par con el surgimiento de un nuevo sistema de valores que pone en primer plano la búsqueda de la verdad y la protección de objetividad.


5.2 La escuela metódica.
   Alemania, capaz de organizar una enseñanza universitaria eficaz, y la tradición erudita francesa de los trabajos de los benedictinos, muestran el camino del doble modelo de la historia profesional. “Alemania hizo el aporte más vigoroso al trabajo histórico de nuestros siglos. Alemania puede ser comparada a un vasto laboratorio histórico”
   Todos adhieres a una visión progresista de la historia, según la cual el historiador trabaja al servicio del progreso del género humano. La marcha hacia el progreso se despliega como una acumulación de la labor científica, en un enfoque lineal de la historia, enriquecido por el aporte de la ciencia auxiliar-antropologia, filiologia, compara, numimástica, epigrafía, paleografía e incluso diplomática-que le dan un aspecto cada vez más moderno en el siglo XIX.
   “De tal modo, la historia, sin proponerse otra meta y otro fin que el beneficio extraído de la verdad, trabaja de una manera secreta y segura para la grandeza de la patria, al mismo tiempo que para el progreso del  género humano.”
5.3 Una ciencia a la contingencia.


 La disciplina histórica que se autonomiza en el plano universitario debe pensar su desarrollo al margen de la literatura, de la misma manera que deberá dar la espalda a la filosofía que se constituye en la misma época como una carrera especifica. Así, esta escuela, piensa la historia como una ciencia de lo singular.


   Recuperando la inspiración erudita y su ambición de crítica de las fuentes, Langlois, y Seignobos, escriben juntos las reglas de autentificación de la verdad según los procedimientos de un conocimiento histórico que solo es un conocimiento indirecto, al contrario de las ciencias experimentales: Ante todo se observa el documento.


   Se investiga cómo se fabricó a fin de devolverlo, de ser preciso, a su tenor original y determinar luego su procedencia. Este primer grupo de investigaciones previas, referido a la escritura, la lengua, las formas, las fuentes, etc, constituye el dominio específico de la crítica externa o critica erudita. A continuación toca su turno a la crítica interna: por medio de razonamientos por analogía que en el caso de los principales se toman de la psicología general, esta crítica procura representarse los estados psicológicos por los cuales el autor atravesó el documento. En conocimiento de lo que ese autor ha dicho, nos preguntamos: 1) qué quiso decir; 2) si se creyó lo que dijo, y 3) si tenía motivos para creer lo que creyó”.


Su pedagogía de las ciencias históricas da la espalda a la filosofía para construir las reglas de la profesión del historiador que “hace un trabajo trapero”, provisto de un método cuyo valor heurístico es más pedagógico que especulativo.


5.4. Una inquietud didáctica


Los historiadores de la escuela metódica no fueron los ingenuos que se quiso ver en ellos. Ya no puede decirse que cultivaban un fetichismo del documento y negaban la pertinencia de la subjetividad del historiador. Como lo mostró con claridad Antoine Prost, tenían plena conciencia de que la historia es construcción.


Una escritura puramente ascética y una inquietud esencialmente didáctica, que apartan a los investigadores de toda interrogación sobre la historia como escritura.
Langlois y Seignobos son muy conscientes de que los “hechos” sobre los cuales trabajan los historiadores resultan de una construcción social que conviene poner en perspectiva a través del método crítico de los documentos, tanto desde el punto de vista externo de su autentificación como en el plano interno, también calificado de hermenéutico: “Por eso el arte de reconocer y determinar el sentido oculto de los textos siempre ocupó un gran lugar en la teoría de la hermeneútica”.


Seignobos, que se convertirá en la cabeza de turco de Lucien Febvre, como contraste útil para una mejor promoción del programa de los Annales a partir de la década de 1930, se ajusta bastante a la fecha poco a la caricatura del obsesionado por la historia de las fechas y batallas y puramente políticas que se ha hecho de él. 


Antoine Prost: “el objetivo de la historia es describir, por medio de los documentos, las sociedades pasadas y sus metamorfosis”.


La historia tampoco es para Seignobos, la mera restitución de los documentos presentados como los hechos en su autenticidad, sino muy por el contrario, un procedimiento de conocimiento indirecto, hipotético, deductivo, según el propio autor destaca una vez más en 1901: “Como todo conocimiento histórico es indirecto, la historia es esencialmente una ciencia de razonamiento”.


No vemos a los hombres, los animales, las casas que enumeramos, no vemos las instituciones que describimos. Estamos obligados a imaginarnos a los hombres, los objetos, los actos, los motivos que estudiamos.


5.5. El caso Fustel de Coulanges
Fustel comenzó su carrera de historiador con una obra innovadora consagrada a la ciudad antigua, publicada en 1864. Fundador de la historia. La intención de Fustel es mostrar cómo se constituye y disuelve el lazo social en Roma. Luego del fracaso de Sedán, quiere desvincular a una aristocracia inclinada hacia las libertades de la deriva que constituye el despotismo. 


Construyen entonces un marco binario actuante en la historia, que pone en el otro lado a una aristocracia víctima de los peligros de la democracia.


Fustel se disocia tanto de los republicanos como de los liberales a partir del acontecimiento de 1870, que cumple para el papel de un trauma y lo lleva a adherir al pensamiento tradicionalista.
En ese artículo da muestras de un verdadero culto idolátrico del documento y compara al historiador con un químico. Tanto en historia como en química, se trata de una operación delicada. A través de un estudio atento a cada detalle, desprenderse de un texto todo lo que hay en él y no incorporarle lo que no tiene. El trabajo de discriminación consiste en aislar, depurar y descomponer un texto.


“No hace falta decir que la verdad histórica sólo se encuentra en los documentos”.


Deben proscribirse  todas su implicaciones subjetivas, pues el método seguido solo puede ser estrictamente inductivo y el historiador, por lo tanto, debe dejar sus hipótesis en el guardarropas para ponerse al exclusivo servicio del texto, borrándose por completo. Se considera  entonces que el proceso de conocimiento es directo, resultante del discernimiento de la pura mirada. La vía regia de la historia es, por ende la filología. Fustel restringe la práctica del historiador a un cientificismo reactivo.


“El mejor de los historiadores es aquel que se mantienen lo más cerca posible de los textos y los interpreta con mayor justeza; el que lo escribe y ni siquiera piensa sino a partir de ellos”.

Fuente: La Historia: Conceptos y Escrituras, Francois Dosse