martes, 28 de febrero de 2012

Adam Schaff, Historia y Verdad

El conocimiento histórico Su origen se remonta al siglo XIX

Una es el positivismo; la otra es el presentismo, variante actualmente en boga del relativismo subjetivista, que niega que dicho conocimiento sea posible y considera a la historia como una proyección del pensamiento y de los interesantes presentes sobre el pasado.

La personalidad más representativa de la tendencia positivistas es, en verdad, Leopold Von Ranke –Lo que incumbe al historiador no es valorar el pasado ni instruir a sus contemporáneos sino solo mostrar las cosas como realmente sucedieron- (Estas declaración se han convertido en el lema de unión de la escuela y todavía siguen siéndolo contra viento y marea para numerosos historiadores).
¿En qué premisas se basa esta orientación? En primer lugar presupone que no existe interdependencia alguna entre el sujeto cognoscente, o sea el historiador, y el objeto de conocimiento, o sea la historia como re Gestalt  Se acepta la interpretación pasiva, contemplativa, de la teoría del reflejo.
 El positivismo clásico: Basta reunir una cantidad suficiente de hechos bien documentados para que surja por sí misma la ciencia de la historia.

La historiografía positivista Constituyo un considerable progreso científico y ocasiono una auténtica revolución en este dominio de la ciencia en cuanto su técnicas de investigación, recopilación de fuentes y su utilización. Los historiadores positivistas son enemigos declarados de la filosofía.

  Por otra parte, los adversarios de Ranke demostraron más tarde que su historiografía estaba en contradicción con lo que el preconizaba. El origen de los sinsabores de la escuela de Ranke residía en sus propios presupuestos que se hicieron indefendibles ante los progresos conseguidos en la teoría del conocimiento y la metodología de la ciencia de la historia. Uno de los más obstinados adversarios, partidario del presentismo, el historiador norteamericano Conyers Read. Otro representante de presentismo Charles A. Bears  Critica la situación en términos similares calificando la corriente criticada de historicismo.
La rebelión anti positivista ataco todas las tesis
Esta rebelión adquirió su forma más virulenta en el seno del presentismo, corriente que esencialmente fue una oposición al positivismo. Pero antes de demostrar el desarrollo de esta corriente, a través del pragmatismo de John Dewei y las concepciones de Collingwood hasta llegar al presentismo norteamericano de los años 30 y 40, detengámonos en Hegel, inesperado precursor de esta escuela. El padre espiritual del presentismo es Benedetto Croce.
Hegel, idealista absoluto ,se sitúa en el polo opuesto al presentismo.Sin embargo en él se encuentran ideas precursoras que merecen ser destacadas tanto más cuanto que pone en evidencia una vez más su genio y aportan además la prueba de una posible inconsecuencia por parte de un pensador de tal envergadura.
 En sus lecciones sobre la filosofía de la historia, Hegel condena irrevocablemente, el dogma que será tan caro a los positivistas, del conocimiento histórico como una recepción pasiva y fiel reflejo de los hechos. Aquí lo esencial es el  dato histórico, al cual el trabajador aporta su espíritu que defiere del espíritu del contenido. En tal caso, son importantes sobre todo los principios que el mismo autor se impone en cuanto concierne al fondo y a los fines de las acciones y de los hechos que describe, o a la manera como quiere redactar la historia. Hegel formula el primer aspecto: “La pragmática es una especie de historia reflexiva. Cuando prestamos nuestra atención al pasado y nos ocupamos de aquel tiempo lejano, para el espíritu se abre un presente que extrae de su propia actividad como recompensa a su esfuerzo…Las reflexiones pragmáticas, por abstracto que sean se convierten de este modo en presente y confieren a los relatos del pasado la animación de la vida actual”.

Lo que más importan en nuestro contexto son las afirmación de Hegel sobre la historia como presente proyectado sobre el pasado y, en consecuencia sobre la necesidad de reescribir continuamente la historia “Así, una historia reflexiva es sustituida por otra; los materiales son accesibles a cualquier escritor, fácilmente cada uno puede considerarse idóneo para ordenarlos y elaborarlos, haciendo valer su espíritu como el espíritu de las distintas épocas. Fatigado de esta historia reflexivas frecuentemente se ha vuelto a la imagen de un acontecimiento descripto bajo todos sus aspectos. Estas imagenes ciertamente poseen algún valor, pero apenas proporcionan algo más que material. Nosotros, alemanes, nos contentamos con ellas; pero los franceses se forjan con inteligencia un tiempo presente, y refieren el pasado a las condiciones presentes”.
Con ello descubrimos esbozadas en Hegel las ideas fundamentales de la futura rebelión antipositivista, a saber el factor subjetivo de la historia, la historia como proyección del presente sobre el pasado y las razones por las que se describe la historia, ideas que convierten a Hegel en el auténtico precursor aunque inesperado,(repitámoslo) del presentismo.

Benedetto Croce: Las ideas del autor constituyen un sistema coherente de reflexiones idealistas sobre la historia que hacen de este filósofo el padre espiritualista del presentismo basado por completo en la tesis que afirma que la historia es el pensamiento contemporáneo proyectado sobre el pasado.

La concepción del mundo de Croce se caracterizaba sobre todo por un espiritualismo radical y por la negación del materialismo. La filosofía de Croce, la esfera espiritual se extiende no solo a las actividades teóricas sino también a las materiales, practicas. Puesto que la ciencia responde a actividades conceptuales, Croce niega a la historia el estatuto de ciencias (Las actividades teóricas pueden ser conceptuales o intuitivas) Según él, solamente hace ciencia quien concibe el caso particular comprendido en un concepto general; en cambio, hace arte quien presenta lo particular como tal. Puesto que el fin de la historiografía es presentar lo particular, se aproxima más al arte que a la ciencia. La única diferencia residiría en el hecho de que la historiografía se limita a lo que se produce en la realidad, mientras que el arte está exento de esa limitación y también se ocupa de lo posible. Más tarde el autor modificara sus puntos de vista sobre el parentesco entre la historia y el arte, aunque mantendrá su tesis fundamental de la historiografía como actividad intuitiva. El intuicionismo de Croce es el segundo elemento importante al que debe prestarse atención antes de iniciar el análisis de su presentismo.

Según Croce la intuición pura es la forma fundamental de la actividad del espíritu: fundamental porque es independiente de la actividad practica, mientras que esta por el contrario, depende de la intuición. La intuición es el fundamento de la existencia, ya que ella crea su objeto. Este objeto lo constituyen los estados del alma fuera de los cuales nada existe. El institucionismo de Croce lleva su filosofía del espíritu a sus últimas consecuencias, puesto que elimina todo cuando es exterior al psiquismo individual y crea una filosofía del inmanentismo absoluto.
Croce critica a Vico y a Hegel. Que solo existe una realidad: El espíritu que es actividad, libertad, y creador eterno de vida.
Croce aplica su intuicionismo a su teoría de juicio histórico: El objetivo de este juicio es vivido intuitivamente por el historiador. Croce, considera que el individuo es una partícula de lo absoluto.
   La teoría de la intuición pura entra, pues, en contradicción con la tesis que dice que la historia es el conocimiento de cuanto se ha producido en el pasado.
   Para el, toda esta cuestión es un seudo problema  ya que la selección de hechos y de documentos por los historiadores es puramente arbitrario. El autor manifiesta el mayor desprecio por la investigación de datos históricos, actividad digna de los cronistas, ya que la auténtica historia extrae la verdad de la experiencia interior.
   Según Croce cada acto espiritual (y en su opinión, la historia lo es) contiene todo el pasado y, viceversa, el pasado resucita en el momento en que los documentos evocan y fijan los recuerdos de estados de arma definidos que evidentemente solo pueden manifestarse el presente, actualmente. En ausencia de esta actividad espiritual, los documentos (monumentos, crónicas, excavaciones arqueológicas, etc.) no son más que objetos muertos.
Croce no rechaza únicamente la tesis positivista y del pasado como dato del cual el historiador construye una imagen fiel, sino que también ataca el pilar de la doctrina positivista, el principio según el cual el historiador puede y debe ser totalmente imparcial, o sea preservar su más absoluta neutralidad al despecho de todo condicionamiento social.
   Croce afirma todo lo contrario, para el conocimiento histórico siempre es una respuesta a una necesidad determinada siempre está comprometido.
   Lo que equivale a afirmar que el historiador es y debe ser parcial, comprometido y debe tener un espíritu de partido.
   El problema del espíritu del partido del historiador en Croce se relaciona con el problema del juicio histórico. Si escribimos la historia prescindiendo de todo juicio el resultado obtenido no será una obra histórica, sino una crónica.
  La interpretación radical del presentismo en Croce origina consecuencias muy graves: Lleva sobre todo a reconocer que no se puede hablar de una historia, puesto que existe una multiplicidad de historias. Esta cuestión solo se justifica si se reconoce al individuo como medida de todas las cosas. Estas consecuencias inevitables de la doctrina Crosciana son catastróficas para la historiografía. El historiador debería, considerar, por ejemplo, auténticos dos relatos y dos interpretaciones contradictorias de un mismo acontecimiento histórico en la medida a que corresponden a sus intereses respectivos.
   La ciencia de la historia, no dispondría de criterio alguno para distinguir lo verdadero de lo falso e incluso debería rebelarse contra la búsqueda de tal criterio. El subjetivismo radical y el extremado relativismo del presentismo de Croce privan a la historia de su estatuto científico, que es precisamente lo que busca este autor.
   Collingwood contribuyo notablemente a popularizar la obra de Benedetto Croce en los medios anglosajones. Collingwood, filósofo idealista, según él toda la historia es historia del pensamiento. El historiador que reconstruye el pensamiento del pasado lo hace, en el contexto de su propio saber, o sea de modo critico. La imagen histórica es el producto de la imaginación del historiador, y el carácter necesario de esa imagen va ligado a la existencia a priori de la imaginación.
   Collingwood: Solo el presente puede justificar la elección de una imagen dada del pasado. Lo cual hacemos empleando el presente como testimonio de su propio pasado. Cada presente tiene un pasado que le es propio. En la historia, ninguna conquista es definitiva. Cada nueva generación tiene que reinscribir la historia a su manera. Tiene que revisar las preguntas mismas. Estos conceptos simplemente tratan del descubrimiento de una segunda dimensión del pensamiento histórico, de la historia de la historia.
   Las opiniones de Collingwood son efectivamente extremadas durante los años 30 y 40 , el presentismo tuvo su apogeo en E.E U.U. La importancia del presentismo norteamericano se debe, al hecho de que fue desarrollado principalmente por historiadores tan inminente como Charles A. Beard las tendencias positivistas poseen una larga tradición el historiografía norteamericana. Destler habla de sus fuentes.
"Toda construcción histórica es necesariamente selectiva. En la elaboración de la historia todo depende precisamente del principio en virtud del cual controlamos los hechos y seleccionamos los acontecimientos".
En conclusión cada presente tiene su pasado; cada presente reescribe la historia. Destler calificaba justamente esta posición de presentismo subjetivista y relativista.

Historiadores presentistas: Ch.A.Beard y de C.Becker que son autoridades en la llamada escuela colombiana, al igual que C Beard que representan a la siguiente generación. Charles A. Beard conocido por sus estudios sobre la constitución norteamericana y como uno de los principales animadores de la "rebelión anti positivista”. Asocio al relativismo a una interpretación económica de la historia. No se contentó con atacar la teoría de la verdad histórica sino que eligió abiertamente a la ciencia de la historia practicada a partir de posiciones de clase y con espíritu de partido. Esto es lo que evidencian de modo claro sus verdaderas arengas contra Ranke y su escuela.
En 1909, los primeros ataques precisos contra la tesis de Ranke, George Burton Adams hizo apología de la escuela de Ranke como corriente científica por excelencia.
Adams: “toda ciencia que es una auténtica ciencia debe fundarse en hechos probados y comprobados”.
Charles Beard la ataca negando el carácter científico de la historia e intentando alcanzar al adversario en su punto más sensible: su mito de la “imparcialidad”.
Beard demuestra que Ranke preconizaba el ideal de una ciencia de la historia objetiva, “positiva”, “imparcial”, basada sólo en el estudio de los documentos, pero que en realidad profesaba un singular panteísmo, concibiendo la historia como “revelación de Dios”.
La fórmula de Ranke fue integrada en la concepción de una historiografía enfocada a semejanza de las ciencias naturales, dice Beard.
A partir de esta crítica a Ranke y de la historiografía positivista, Beard forja su propia concepción de la ciencia de la historia. Distingue la historia como “realidad pasada” y la historia considerada, como “pensamiento contemporáneo sobre el pasado”.
Según Beard, el producto de una selección: los hechos son escogidos y reunidos por el historiador “de acuerdo con su modo de pensar”.
Según él, la historia es un “acto de fe”, que depende de la persona de su creador y cambia con ella.
“El historiador que escribe lo que realiza, consciente o inconscientemente, un acto de fe en lo que concierne al orden y al movimiento en la historia.
El subjetivismo de esta profesión de fe y su consecuencia, el relativismo, son evidentes. Beard propugna abiertamente una historia en la que reine el espíritu de partido.
J. H. Randall Jr., repite con Beard que la elección de un principio definido de selección constituye un acto de fe.  La selección llevada a cabo en los materiales del pasado es siempre es relativa, y está en función del presente. El pasado es nuestro pasado, “nuestro pasado no se encuentra en el pasado como tal, sino en el presente, en nuestro presente”. Randall desarrolla su concepción del “relativismo objetivo”.
Carl Becker partidario de Beard.
Al igual que Beard, Becker identifica la historia con el pensamiento sobre la historia y con la ciencia de la historia.
Me veo obligado a identificar la historia con la ciencia de la historia.
Becker, finalmente se pronuncia por el subjetivismo y el relativismo de la historia:la razón de este estado de cosas es que la historia se halla estrechamente ligada a lo que nosotros hacemos o a lo que tenemos intención de hacer. En consecuencia, la historia no puede ser reducida a una serie estadística comprobable o formulada en términos de fórmulas matemáticas universalmente válidas. Es más bien una recreación de la imaginación, una propiedad privada que cada uno de nosotros modela en función de su experiencia personal, adapta a sus necesidades prácticas o afectivas y adorna de acuerdo con su gusto estético”.
Becker declara que “esta creación de la imaginación” no es enteramente arbitrariamente por el hecho de que existen otros individuos.
Becker sólo formula su obra debe surgir necesariamente de los hechos y de la imaginación a la vez, la historia es de todos modos una producción subjetiva condicionada por el presente específico del historiador.
Carl Becker es el autor de la fórmula, al mismo tiempo, más drástica y más ilustrativa del presentismo. El de la constante reinterpretación de la historia.
“Cada siglo reinterpreta, los historiadores no pueden liberarse por completo de las ideas preconcebidas más generales de la época en que viven.
El pasado es una especie de pantalla sobre la cual la generación proyecta su visión del porvenir.
En 1949 Conyers Read sobre el brillante tema: “De la responsabilidad social del historiador”
Marx había formulado la metáfora de que la anatomía del hombre es la clave de la anatomía del mono; Los presentistas también compartían esta opinión. De la significación de los acontecimientos del pasado cambia con el devenir.
Randall utiliza afirmación, de la que emana la necesidad de una imagen dinámica y no estática de la historia, para fundar el relativismo.
Conyers Read, al igual que Beard y Becker, considera la historia como un resurgimiento de las experiencias humanas pasadas en la memoria y, por consiguiente, en términos puramente subjetivos. Ataca a la concepción de la verdad subjetiva considerada como el principal enemigo.

Destler ilustra este contexto en su análisis citado anteriormente de la función social del pensamiento en la historiografía. Su crítica está centrada principalmente en Conyers Read, pero apunta a toda corriente y la alcanza con sus argumentos acerados y pertinentes.
El presentismo sigue contando con gran audiencia en la historiografía y en la historiografía norteamericana en particular.
El sujeto cognoscente es activo: introduce en el conocimiento todos los contenidos intelectuales y afectivos de que está cargada de personalidad.
En consecuencia, también rechaza la tesis de Ranke y de su escuela sobre la historia considerada como una estructura ya dada de hechos que con ayuda de documentos, basta descubrir, reunir y presentar en forma bruta para que la historia brote de ellos. La historia nunca está dada, replican los presentistas.
La historia se encuentra en perpetua variación y la reescribimos constantemente: no sólo porque descubrimos hechos nuevos, sino también porque cambia nuestra óptica sobre lo que es un hecho histórico, es decir sobre lo que es importante desde el punto de vista del proceso histórico.
El presentismo rechaza, en su totalidad el modelo mecanista de conocimiento y la interpretación pasiva y contemplativa de la teoría del reflejo. El segundo o tercer modelo, ya sea idealista-subjetivo u objetivo-activista.
Croce y Collingwood se pronunciaron indiscutiblemente por el modelo idealista-subjetivo Dewey y Beard, son más favorables al modelo objetivo-activista.
La tercera tesis de la escuela de Ranke, a saber: que el historiador puede y debe ser un observador imparcial, no comprometido, que se limite  a describir los hechos, absteniéndose de juzgarlos. Todos los presentistas rechazan estas presunciones como irreales y contrarias a la experiencia, a la vida y a sus necesidades. Se declaran en favor de una historia comprometida y animada por el espíritu de partido.
La historia es el presente proyectado sobre el pasado, lo que significa que los intereses y las necesidades actuales determinan el campo y el modo de visión del historiador:
La única historia posible es la historia comprometida, la historia animada por el espíritu de partido, por tanto, parcial, en determinado sentido del término.
La historia debe juzgar e interpretar.

En mi opinión, los presentistas en su discrepancia con los positivistas tienen razón en todas las cuestiones esenciales que acabamos de exponer de un modo esquemático y sumario. Pero ellos tienen razón aunque solo sea un sentido negativo, cuando atacan oportunamente los puntos débiles de la doctrina positivista, cuando indican porque y donde esta se equivoca, si bien también ellos yerran a menudo en los puntos de vista que presentan en su nombre. Se trata efectivamente de dos cosas muy distintas:
Nuestro juicio es esencialmente negativo. Si rechazamos el presentismo, aun cuando suscribimos la orientación de su crítica del positivismo, lo hacemos a partir  de posiciones filosóficas determinadas, ya que lo que rechazamos es precisamente el fundamento filosófico de la doctrina.        
En primer lugar, nuestra negación apunta al idealismo y más concretamente al subjetivismo de la doctrina presentista. Se admiten dos significados del término “historia”: histórico objetivo (res gatae) y como descripción de este proceso, o sea la historiografía (historia rerum gestarum).
Dos órdenes distintos de cosas: los múltiples problemas de teoría del conocimiento que, también son válidos para la teoría de la historia. Lo que caracteriza al presentismo: para él, la historia equivale al pensamiento sobre la historia. El proceso histórico objetivo desaparece y solamente queda el pensamiento. No el pensamiento sobre este proceso, sino el pensamiento que crea la historia. Croce y Collingwood enfocan el problema en términos. Otros presentistas, en particular los historiadores norteamericanos, limitan el campo de su visión de la imagen histórica y reducen el problema al pensamiento sobre el proceso histórico. Estos historiadores partan o no de principios filosóficos metafísicos. El presentismo adopta la posición del subjetivismo filosófico. Sin embargo, ésta es la posición teórica más extraña que un historiador puede adoptar.
De lo cual se deduce que el principio de no-contradicción, según el cual una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo, dista mucho de confirmarse desde el punto de vista psicológico.
En segundo lugar, nuestra negación abarca el relativismo inevitablemente asociado al presentismo. Si se admite que los intereses y las necesidades del presentismo determinan nuestra visión de la historia de tal manera que está no es más que su proyección sobre la pantalla del pasado, de acuerdo con la metáfora de Carl Becker, se pone en evidencia que la historia debe ser reescrita constantemente obteniéndose así diferentes historias, e incluso contradictorias que, sin embargo, son verdaderas.
El propio presentismo, capaz de descubrir y delimitar los males que afectan a la historiografía positivista, está aquejado de subjetivismo y de relativismo, enfermedad incurable que le conduce a la catástrofe científica. Los positivistas en su polémica se aprovechan de las “imperfecciones” del crítico.

Para el marxista, tanto el positivismo como el presentismo son inaceptable en igual medida, aunque cada uno por razones distintas.
Lo importante para el marxismo no es calibrar la distancia que le separa de esta o de aquella escuela, sino discernir los problemas teóricos que constituyen la base de la controversia y se precisan en la polémica entre sus oponentes.
Es el problema del carácter del conocimiento histórico. Aquí se enfrentan dos posiciones: por una parte, la concepción positivista que admite que el proceso histórico existe objetivamente y el conocimiento humano.
Se trata de traducir el tercer modelo de la relación cognoscitiva del lenguaje de la abstracción filosófica al lenguaje concreto de los estudios históricos.
El segundo gran problema que se plantea en el contexto de la controversia analizada hasta aquí es el relativismo. Procede del ámbito de la teoría de la verdad y está estrechamente relacionado con el problema anterior.
El presentismo constituye, en efecto, un caso particular del relativismo. Siempre está en función de un presente variable. Por consiguiente, la verdad del conocimiento histórico siempre está en relación con las circunstancias de espacio y tiempo.
La posición del marxista, al igual que la de todo adversario del relativismo, es en este caso extremadamente clara: rechazar tanto el relativismo como el presentimos subjetivista.
En una simple acumulación de hechos, que en un momento dado debería alcanzar un saber perfecto, absoluto e inmutable. En cuestión es del compromiso, el del espíritu de partido de la historia y del historiador.
Al propugnar una historia descriptiva, exclusivamente limitada a la comprobación de los hechos.
Según Ranke, el conocimiento es un proceso pasivo y contemplativo.
Si se afirma que la historia está en función de un presente variable y de sus intereses, se debe admitir que la actitud del historiador también está en función de las necesidades, los intereses y los conflictos de su tiempo. El historiador, por consiguiente, es el sujeto de un compromiso de clase, de un compromiso determinado por su época, aunque proyectado sobre la pantalla del pasado.
He aquí un problema sumamente importante y apasionante sobre todo para un marxista.
El principal interés del análisis de las diferencias entre el presentismo y el positivismo residía para nosotros en la extrapolación de los problemas más importantes que debíamos someter al estudio.  Se centra, en torno al conflicto entre el imperativo de la cientificidad de la historia, de la objetividad del conocimiento histórico y el hecho del papel activo del sujeto cognoscente en el proceso de conocimiento histórico y, en la acción de los condicionamientos sociales sobre la variabilidad de la perspectiva histórica. Las controversias entre el presentismo y el positivismo han esclarecido algo estos problemas, proporcionándonos una aportación teórica-histórica.   
       
Fuente: Adam Schaff, Historia y Verdad   


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